lunes, 22 de noviembre de 2010

Pelotitas de desodorante para jugar

Guada había bajado de su auto minutos antes. Mamá Guada también, para acompañarla en este día tan importante. Papá Guada fue a estacionar el auto. El auto de Guada, una niña de 9 años costaba lo que podría conseguir en ochenta años un niño haitiano de la edad de Guada, por coser pelotas de beisbol, aunque la edad promedio en Haití no equivale siquiera a la mitad. El vestido de puro blanco no era tan caro... cinco meses de sueldo del mismo niño.
Faltaban unos minutos para las primeras comuniones y a Guada le gusta jugar, como jugar le gusta a Santiago y a Andrés. Santiago se acercó a donde había muchos niños jugando, pero ellos no tenían disfraz de primera comunión.
-Señor, -me dijo. ¿Tendrá una pelotita de metegol?
Busco y busco pero no.
-No tengo, pero tengo una bolita de desodorante. Nosotros la usamos para eso. Fijate si te sirve.
La recibió y sonrió. Sonrió y corrió. Sonrió Andrés cuando Santi corrió.
Al minuto se acercó Guada con sonrisa e ilusión de jugar. Guada miraba. Yo miraba. Y ambos escuchamos un grito de mamá Guada que venía corriendo rumbo al metegol.
-Te llegás a manchar de grasa y te mato. Te juro que te mato.
Del brazo se la llevó. Guada nunca entendió por qué Dios se habría de enojar si su vestido llegaba a la comunión manchado de "color juego" y sonrisa de niña.
Cuando Guada sea mamá ¿repetirá la historia con hija Guada u odiará a Dios a tal punto que hija Guada no pueda hacer la comunión? ¿Estará muy enojado Dios hoy con mamá Guada, tanto como yo?
-En el cielo de ese Jesús de la comunión, ¿habrá pelotitas de desodorante para los que queremos jugar?

No hay comentarios: