Ánika abre los ojos en la noche y ellos salen. Están por todos lados pero se prenden y apagan al instante.
Ánika quiere atraparlos y que paseen todo el tiempo por su casa. Y quiere tenerlos unos segundos en su palma, acercarlos a los labios y susurrarles al oído:
-¿Cómo está Juli? ¿Por qué la enamoraban tanto?
Ánika quiere y quiere, pero no puede. La magia de los bichitos de luz guarda silencio. Y aunque saben, conservan en cajita verde esos misterios.
Ánika, Juli y una población de bichitos la abrirán en el cielo.
recortes de intimidad, pinceladas de extimidad, rejuntes de asombros, secretos a voces y sueños inconclusos entre días de amor y de color.
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viernes, 4 de marzo de 2011
martes, 16 de noviembre de 2010
Los desperdigados del andar
Ánika sufre la lejanía de sus amigos y de sus amigas. Ellos y ellas están desperdigados por todo el mundo y no hay siquiera una posibilidad de reunirlos a todos un mismo día.
Ánika sufre pero no se entristece. ¡Está llamada a desperdigarse, a ser como ellos y a mirar, noche a noche, esa luna que los une, abraza y acaricia.
Algunos días, los que están menos lejos planean con Ánika secuestrarse mutuamente e ir a la casa del que más lejos está.
La idea se les ocurre a menudo, noche a noche, para imitar a esa luna. Cada tanto les sale.
Ánika sufre pero no se entristece. ¡Está llamada a desperdigarse, a ser como ellos y a mirar, noche a noche, esa luna que los une, abraza y acaricia.
Algunos días, los que están menos lejos planean con Ánika secuestrarse mutuamente e ir a la casa del que más lejos está.
La idea se les ocurre a menudo, noche a noche, para imitar a esa luna. Cada tanto les sale.
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