La ausente irrumpe
"sangolotea"
simulaba inexistencia
y de pronto ¡zaz!
Otra vez: horas de mareo
y esa torturante desazón
mina el campo de cuanta batalla
queremos dar.
En huelga, los contactores acuerdan:
ese cuerpo, helado, doliente
sabe de aquel poco y nada.
La ausente irrumpe
arrebata.
Pende la vida de un hilo...
con crudeza se se corta
el equilibrio se desintegra
ritmo de fuerza de gravedad
subsume al compañero
sin siquiera un segundo de luz
que acepte adiós...
recortes de intimidad, pinceladas de extimidad, rejuntes de asombros, secretos a voces y sueños inconclusos entre días de amor y de color.
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viernes, 21 de marzo de 2014
sábado, 28 de abril de 2012
Puede ocurrirte
Que la tristeza te pueble, te zamarree, te lastime, te desgarre.
Que las lágrimas viajen y viajen por tu cara, en cada momento, sin aviso ni permiso.
Que no quieras pronunciar otra plegaria que no sea un "que vuelvas".
Que no soportes un "está feliz en los brazos de Dios", porque no te preocupa dónde está sino que no está ni estará.
Que no tengas ganas de estar con gente, ni sólo, ni en ruido, ni en silencio.
Que te carcoma lo no dicho y esa próxima ronda de mate en el que él no estará.
Que te sientas condenado a la desnudez en la que te deja el dolor.
Que sientas que no hay hechizo, dios, rezo ni pócima que lo traigan.
Que no se te vaya de la cabeza, sea que juegues, duermas o patalees.
Que te sientas muerto
vacío
adolorido
cabizbajo y consumido
seco y sinsentido
desesperado y oscuro
Puede ocurrirte todo eso y mucho más
cuando amaste y se fue
sin aviso
sin tu permiso
se fue... se fue
nuevamente
terriblemente
violentamente
otro amigo.
Que las lágrimas viajen y viajen por tu cara, en cada momento, sin aviso ni permiso.
Que no quieras pronunciar otra plegaria que no sea un "que vuelvas".
Que no soportes un "está feliz en los brazos de Dios", porque no te preocupa dónde está sino que no está ni estará.
Que no tengas ganas de estar con gente, ni sólo, ni en ruido, ni en silencio.
Que te carcoma lo no dicho y esa próxima ronda de mate en el que él no estará.
Que te sientas condenado a la desnudez en la que te deja el dolor.
Que sientas que no hay hechizo, dios, rezo ni pócima que lo traigan.
Que no se te vaya de la cabeza, sea que juegues, duermas o patalees.
Que te sientas muerto
vacío
adolorido
cabizbajo y consumido
seco y sinsentido
desesperado y oscuro
Puede ocurrirte todo eso y mucho más
cuando amaste y se fue
sin aviso
sin tu permiso
se fue... se fue
nuevamente
terriblemente
violentamente
otro amigo.
sábado, 19 de junio de 2010
¡Será siempre la seño!
19 de junio
Los pasos de estos días por la vida vienen confirmando que muy cristiano que digamos no llego a ser. Venía pensando en esto porque el “amen a sus enemigos” en mi vida es casi un imposible, que ni se asoma como posible futuro. Por más que las lea y tercamente las lea, esas pocas palabras de Jesús me vienen resultando muy difíciles en los pocos encontronasos con quienes más me cuesta querer.
Cueste lo que cueste hay gente que ama de tal manera que no improvisa en los momentos de mayor dolor. Liliana, mi maestra de primer grado, la diminuta seño que me hizo conocer el carisma, la que me recibió mientras lloraba por el tamaño de las paredes del mounstruo, acaba de despedir a Mario, su marido, gran amigo de mis viejos, gran hermano de la mesa compartida, gran papá de mi ahijado. A él y a mi ahijado le dispararon horas antes, entre posible robo y nervios de una vida que tiembla. Tras la bala, el viaje de Mario no tiene regreso. Pero la seño que llora lo trae a la vida en medio de la despedida:
-“Les pido que recemos por el chico que disparó. Por su vida, por su mamá, por su futuro... y les pido que recen para que ni yo ni mis hijos sintamos rencor por él”
Los pasos de estos días por la vida vienen confirmando que muy cristiano que digamos no llego a ser. Venía pensando en esto porque el “amen a sus enemigos” en mi vida es casi un imposible, que ni se asoma como posible futuro. Por más que las lea y tercamente las lea, esas pocas palabras de Jesús me vienen resultando muy difíciles en los pocos encontronasos con quienes más me cuesta querer.
Cueste lo que cueste hay gente que ama de tal manera que no improvisa en los momentos de mayor dolor. Liliana, mi maestra de primer grado, la diminuta seño que me hizo conocer el carisma, la que me recibió mientras lloraba por el tamaño de las paredes del mounstruo, acaba de despedir a Mario, su marido, gran amigo de mis viejos, gran hermano de la mesa compartida, gran papá de mi ahijado. A él y a mi ahijado le dispararon horas antes, entre posible robo y nervios de una vida que tiembla. Tras la bala, el viaje de Mario no tiene regreso. Pero la seño que llora lo trae a la vida en medio de la despedida:
-“Les pido que recemos por el chico que disparó. Por su vida, por su mamá, por su futuro... y les pido que recen para que ni yo ni mis hijos sintamos rencor por él”
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