lunes, 5 de noviembre de 2012

Esa terquedad para parir





Ese árbol no se fue de mi cabeza en todo el día. ¿Cuántos son esos troncos que suben y vuelan tan alto? ¿Cuántas esas hojas que susurran con el viento? ¿Dónde se le ocurrió nacer? Miro al suelo y no hay teoría de tierra fértil que resista. Semejante gigante saca literalmente agua de las piedras. ¿Qué puede ofertar la pura piedra? ¿Qué terquedad le hizo nacer allí, cuando había tanto suelo para parir?
El imponente me invade, me sacude y promete quitarme el sueño: donde todo parece infértil, la vida nace, nace... y nace.

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