sábado, 15 de octubre de 2011

Pillku, en Aymará, “amantes de la libertad”


Porque me dejás mirar a la gente mientras vamos andando.
Porque me hacés oler la flor en primavera.
Porque me esperás afuera mientras hago algo.
Porque juntos le respondemos a los pájaros cuando nos cantan.
Porque juntos nos bancamos el sol, la lluvia, los pozos, la tierra y el caliente asfalto.
Porque juntos huimos a la montaña
Porque cantás conmigo
soñas conmigo
viajás comingo
morís conmigo.
Te llamarás Pillku.
Y así, cuando nos entierren juntos, el epitafio dirá:
¡Aquí yacen dos amantes de la libertad!

lunes, 3 de octubre de 2011

Chocolates del "ottocento"

Él pisaba hace años el pequeño y añejo bar.
Ella visitaba, días atrás, la misma silla, el mismo suelo, el mismo rincón.
Por arte de magia, o gracia de un Dios, por inspiración de las musas o por empujón de un río, Clara sabía que él estaba allí, en aquel bar donde fue por primera vez a mediados del 1800.
Clara trajo chocolates comprados allí, porque ahí él estuvo, porque ahí él estaba, porque ahí él estará. Tomó el chocolate, lo partió y lo dio a sus amigos y amigas diciendo:
-Coman. Éste es el chocolate de la poesía de la vida.
Él pisa, descalzo, hace días esa pequeña historia. ¡Cuánta gente riega la vida, cada mañana, con gotas de ternura!

martes, 27 de septiembre de 2011

Las cazuelas se preparan


Primavera en calendario y primeras flores embellecen la ciudad. Pedaleada tras pedaleada, contemplo a los vecinos en las veredas, preparando las cazuelas para una lluvia que todavía no fue.
Mueven la tierra, esperando la vida que quiere llegar y se hace esperar. Mientras las gotas no caen, este mover la tierra y sacar yuyos, este preparar las cazuelas para que el agua bendiga con toda su plenitud, me tiene pensando. No siempre nuestra vida está en primavera, pero qué lindas son las personas que siempre la esperan: como las cazuelas, tienen los ojos abiertos, el corazón extendido y la ilusión encendida, esperando, aunque sea, que una gota de rocío nazca la flor.

Aroma a tierra mezclada


Clara junta trocitos de tierra para acunarlos en la vasija que modeló con sus manos. Recoge tierra de los lugares donde la infancia se asomó, y tierra de los amores nacidos. Recoge, de casa en casa, tierra que pisaron los amigos que son la vida y esas personitas que en la historia fueron luz del mundo. Tierra de su historia, de los pasos dados y de los rincones abrazados. Tierra de los silencios, de las palabras y de la sangre y el llanto.
Clara mezcla la tierra cada mañana y la casa se llena de aroma. La tierra mezclada perfuma los primeros pasos del amanecer y los amores por venir.
Así, el corazón de amanecer recibe la visita que impulsa los amares. Y cuando olvida, triste anda Clara por la vida, sin saber para qué respirar.

domingo, 28 de agosto de 2011

Tu nombre


(Este es un escrito de mamá, no mio. En el día de San Agustín, publico por qué me llamo Agustín)
"Cumplía catorce años. Esa edad que parece poco significativa y poco se festeja en la espera de la gran fiesta del año siguiente.
Mi abuela Agustina me trajo un libro muy viejo, usado, bastante leído. Tenía un encanto especial, porque ella era así, capaz de hacer de las cosas comunes, cosas grandes.
Era la vida de San Agustín. Impresionante aunque en muchas oportunidades estuve tentada de dejar de leer ese libro porque no era fácil para mi, sentía que la abuela no se lo merecía. Si ella me lo había regalado seguro que yo era capaz de llegar al final! Era una gran admiradora de San Agustín y su madre. Hablaba de ellos como amigos y en ocasiones que la escuchaba murmurar, me decía que hablaba con quien siempre escucha.
Era alegre, generosa, tejía para los demás, preparaba café con leche de “todo leche” para los que venían a pedir. También les lavaba la cara “para que a esos chicos escondidos detrás de la mugre, todos les veamos las sonrisas”
A ella el tiempo le alcanzaba para cocinar, jugar a las cartas, hacer churros y ropa a las muñecas, disfrazarse, reír.
Entre la lectura de ese libro y ese testimonio de vida, surgió tu nombre. Por eso lo quiero tanto.
Murió plácidamente, con su collar de perlas en el cuello y su sonrisa eterna en los labios. Tenía en su mano el Rosario ¡Qué bienvenida habrá tenido en el cielo!" (E.C)

viernes, 19 de agosto de 2011

Caminando, caminando


 Hace días me invade la ausencia del lápiz y la increencia en mis promesas convertidas en relatos de sueños que se amontonan en el olvido.
El desconsuelo pesa mis pasos que intentan y no pueden: dejarlo todo, amarlo todo, brillarlo todo. Intentan pero no. Las promesas se diluyen y hoy soy esa solución líquida que contiene sólo pequeñas gotas de evangelio.
Cada tanto, la esperanza se me cae al suelo y tengo que reclinarme a levantarla. En el ocaso de la juventud, en la visita de la adultez, las cervicales ya duelen. Pero el dolor creyente recuerda que para seguir caminando, el buscador se anima a soportar el dolor. Y la canción de quien supo del dolor hasta la muerte, trae la paz:

“Caminando, caminando
voy buscando libertad,
ojalá encuentre camino
para seguir caminando.
Cuánto tiempo estoy llegando
desde cuándo me habré ido
cuánto tiempo caminando
desde cuándo caminando.
Caminando, caminando”
(Victor Jara)





miércoles, 3 de agosto de 2011

Hacerse montaña


No hay camino de montaña que haya podido omitir el desgarro del desmonte y el dolor del cambio. La maltratada sufre para ser puente entre dos soledades y, aunque añora pasado sin brote arrancado, hace de su grieta, ofrenda.
La misión de hacerse montaña ente dos soledades vive del mismo parto: paga el precio de la pequeña muerte y hereda el saldo del llanto por desmonte.
Ella no es el encuentro ni el abrazo final, pero está para que ambos lo sean. Luego, la montaña, la misión, se corren de la escena y esperan nuevas soledades que añoren el calor del encuentro.
Y así va la vida nomás del que quiere hacerse montaña, con vientos que la desgastan, con desechos tirados sobre sí y olvidos entristecedores, pero con la incansable terquedad de los pájaros bailan y cantan en cada saludo final del sol.