viernes, 19 de agosto de 2011

Caminando, caminando


 Hace días me invade la ausencia del lápiz y la increencia en mis promesas convertidas en relatos de sueños que se amontonan en el olvido.
El desconsuelo pesa mis pasos que intentan y no pueden: dejarlo todo, amarlo todo, brillarlo todo. Intentan pero no. Las promesas se diluyen y hoy soy esa solución líquida que contiene sólo pequeñas gotas de evangelio.
Cada tanto, la esperanza se me cae al suelo y tengo que reclinarme a levantarla. En el ocaso de la juventud, en la visita de la adultez, las cervicales ya duelen. Pero el dolor creyente recuerda que para seguir caminando, el buscador se anima a soportar el dolor. Y la canción de quien supo del dolor hasta la muerte, trae la paz:

“Caminando, caminando
voy buscando libertad,
ojalá encuentre camino
para seguir caminando.
Cuánto tiempo estoy llegando
desde cuándo me habré ido
cuánto tiempo caminando
desde cuándo caminando.
Caminando, caminando”
(Victor Jara)





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