domingo, 11 de octubre de 2009

Conocí a Don Bosco y lloré... no fue emoción

Mi primer recuerdo al entrar en una casa salesiana estuvo teñido de llanto. Tengo muy presente ese momento.
Agustín era un chico tímido como pocos imaginan. Sólo algunos recuerdan ese inicio excesivamente introvertido de mi vida.
Entré al colegio Pio X en el año 87 junto a mamá. Caminamos hacia la izquierda y luego subimos las escaleras. Allí nos esperaba Liliana, la maestra de 1ºB, diminuta y sonriente. Mis compañeros saludaron a sus mamás y formaron para entrar al curso. Yo no quise saludarla porque beso era despedida.
El gran edificio era como un mounstruo de los más grandes que había visto en las historietas. Cambié beso por llanto, haciendo saber que no quería permanecer en la casa del mounstruo. Entré igual pero mamá se quedó todas las horas de clases asomadita, dando señales, detrás de la ventana, como contando que el mounstruo donde estaba era sólo una historieta.
Al día siguiente comenzamos a amigarnos porque el cole no eran las paredes sino algo así como un hombre con bonete y sonrisa. El mounstro cayó al olvido y nació un Don llamado Bosco, que se fue asomando inicialmente en la vida de mis maestras y, al poco tiempo, me llenó la vida...

1 comentario:

agustinfontaine dijo...

Estamos compartiendo cómo conocimos a Don Bosco...
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