domingo, 22 de julio de 2012

¿Calor de envión?

¿Calor de envión? ¿Color de escoba nueva? ¿Olor de árbol enamorado, sentado en estación de tren un 20 de septiembre, esperando ver llegar en el primer vagón, en la tercera ventanilla, a su amada primavera? ¿O es quizá el momento exacto donde gritan sorpresa mientras nace el festejo de cumpleaños sin aviso?
Me pellizco hasta el pezón para preguntarle a mi piel si toda esa gente me saludó en la vereda del pueblo. ¿Qué le anda pasando a los transeuntes de estos pagos, que saludan al pasar? ¿Qué bicho les picó para darse ese lujo en estos tiempos de auricular y hormigúmanos en cruce peatonal?
Dígame usted, pellizcón de pezón, si es sólo encanto de envión este abrazo en voz, este asombro de pueblo chico, este saludo de vereda del último que pasó. Dígame usted, pellizcón de pezón.

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