martes, 31 de enero de 2012

"Samuel: pregunta el Toto en qué quedó lo que hablamos"

Crónicas de viaje al Chaco Paraguayo

Después de horas de viaje llegamos a Carmelo Peralta, en el Chaco Paraguayo. El cruce de río desde Brasil a Paraguay va dejando a sus espaldas asfalto y redes de internet.
Bajo el agua, mientras la embarcación va, sesenta metros de profundidad y centenares de animales de río y sus veredas.
Junto a las primeras huellas unos pequeños se acercan.
-¿Dolar?
Metros más y llegamos a la casa salesiana donde Evangelio se dice de muchas maneras “Que llegue agua a la gente”, “Que tengan un lugar donde jugar, que puedan escuchar la propuesta de Jesús”, “Que tengan un hombro donde reclinar la cabeza”.
Entramos a la radio y anunciamos llegada, dejando de ser los de la camioneta blanca para ser Walter, Julio, Jorge y Agustín.
Va cayendo la tarde. Los adioses se celebran a las 21 porque los buenos días se pronuncian a las 5am.
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Ya son las 5am. Es el día del “Aquidaban”. Aquidaban es el nombre que recibe el único transporte que seguro llegará a las poblaciones del Chaco. Los demás dependen de los caminos... pero el río siempre está. Aquidabán no tiene intemperie que lo detenga.
El barco sale desde Concepción (Paraguay) hasta Fuerte Olimpo. Frena en todo poblado y apenas se detiene comienza el intercambio. Bajan personas, motos recién compradas, respaldares de cama, huevos, banana, harina, garrafas de gas ¡y más! Suben personas, hielo, empanadas...
La claustrofobia puede atacar a cualquier minimalista. El barco lleva colgando, para compradores de cada poblado y para viajeros, ropa junto con bananas, cintos junto a las galletas, balanza de verdulería y hamacas paraguayas. Uno lee en un rincón, otros pescan, duermen o comen. La mayoría mira y espera durante toda la hora. Mira y espera. Mira y espera.
Dejamos el barco y partimos hacia una de las comunidades: la comunidad de los Ayoreos. Unas treinta familias con todas las características de un pueblo nómade. Cuentan que esta comunidad vino hacia el río por una sequía muy grande que hubo en su zona, tierra adentro, monte adentro. Volverán un día tal vez al monte si logran llegar antes que el alambrado. Aquí en Paraguay la lucha por la tierra es tema de conversación constante.
Al regreso almorzamos yacaré y carpincho, preparados exquisitamente por el hermano Domingo. Domingo traduce y adecúa pacientemente el Evangelio al ayoreo. Voy a FM joven, la radio que mantiene la comunidad salesiana. Paí (padre) Armindo confiesa que a él no le gustaba mucho la radio, pero que a la gente le gusta escuchar. A veces hay alguno más, pero lo habitual es su presencia y la del hermano domingo. Guiones, silencio en cabina, cuidado de la acústica, cortinas musicales y programación a largo plazo parecen haber quedado en las cuidades y en las facultades. Locutor, operador, redactor de noticias y meteorólogo se resumen en si la misma persona está usando su voz, si está usando las manos o si salió al patio a ver el termómetro. La información mundial no es la decadencia del Euro ni la semifinal de Nadal-Federer sino: “Samuel: pregunta el Toto en qué quedó lo que hablamos”. Parafraseando el proverbio chino: “Tu aldea es tu mundo”. ¿No?
Las pulsaciones son distintas: “A qué hora” se dice “a la mañana” o “a la tarde”. Las colonizaciones son distintas: muchos por Argentina dicen “En Europa...” “En Estados Unidos” y admiran. Acá dicen: “Cruzamos a Brasil para hacer nacer a los hijos, los documentamos allá aunque vivamos acá. Estudiamos allá. Sabemos su idioma y no el nuestro” Ir al otro lado del río es ir a encontrar la respuesta que el gobierno paraguayo dejó bien guardadita, en el cajón del olvido.

Chaco paraguayo. Carmelo Peralta 2012

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