miércoles, 3 de agosto de 2011

Hacerse montaña


No hay camino de montaña que haya podido omitir el desgarro del desmonte y el dolor del cambio. La maltratada sufre para ser puente entre dos soledades y, aunque añora pasado sin brote arrancado, hace de su grieta, ofrenda.
La misión de hacerse montaña ente dos soledades vive del mismo parto: paga el precio de la pequeña muerte y hereda el saldo del llanto por desmonte.
Ella no es el encuentro ni el abrazo final, pero está para que ambos lo sean. Luego, la montaña, la misión, se corren de la escena y esperan nuevas soledades que añoren el calor del encuentro.
Y así va la vida nomás del que quiere hacerse montaña, con vientos que la desgastan, con desechos tirados sobre sí y olvidos entristecedores, pero con la incansable terquedad de los pájaros bailan y cantan en cada saludo final del sol.

2 comentarios:

mardur dijo...

Muy buena alegoría!

Calixto dijo...

Pufffffffff
Bestial
Sin palabras....
Como silencio de montaña...