lunes, 30 de mayo de 2011

Predestinabas

(Andares a pedal 11)


La culpa de todo tal vez la tuvo la bici cinzia. Pasada la tensión del aprendizaje sobre rueditas sucedía el desafío: hacer una nueva pirueta, ganarle al propio tiempo en la vuelta a la manzana, frenar de golpe y escuchar cómo la cubierta patina, dedicar horas de la infancia a romperla sin querer y otras, de la misma infancia, a repararla sin saber.
La nuestra, compartida con mis hermanos era rodado dieciséis y se plegaba al medio. Toda plateada y asiento simil cuero. La hacíamos ir por todos lados y la amontonábamos en el baúl de la renoleta para no extrañarla en los viajes.
La pequeña marcaba el destino... con la bici a todos lados, evitando extrañanzas.

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