domingo, 15 de mayo de 2011

Trasladabas


Así sea a la esquina para comprar un poco de pan, salíamos con mis hermanos en la bicicleta. Ella tenía un encanto capaz de sostener ese absurdo. Para ir cerca o lejos, las dos ruedas se convirtieron en compañeras de compras. Confieso que mi memorioso rincón del corazón conserva el desafío de hacer que la intemperie del manubrio, los caños y la parrilla, alojen bolsas de arena, frutas, pan, palas, valijas, bidones de combustible y mucho más.
Lo peor de todo siempre fueron las bolsas de supermercado, que se empecinaban en abrazar los rayos y la cubierta.
Poco a poco trasladar cosas en bici se torna un desafío y casi una adicción. Me di cuenta de eso recién el día que me fui hacia el centro llevando diez kilómetros una bici con una mano, mientras pedaleaba sobre la otra. Nos miraron las subidas, nos miró el tránsito, nos miró el colectivero y la doña que estaba en la verdulería:
-¿Qué hace? ¿Qué hace?

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