Las voces que claman
juegan como si fueran niños cantando andares de sólo vivir.
Recuperan la voz de Agustín, que siglos atrás pronunciaba “Ama y
haz lo que quieras” y la canta parafraseando: “Ama y prescinde de
lo que quieras”
Ciertos días las voces
ensordecen, reventando tímpanos, vibrando adornos. Cuando ensordecen
Clara anda lento por la vida, recorre las esquinas de su casa sin
saber qué tiene que hacer.
Otros días las voces
sólo susurran, dejando caminar y respirar. Sea que susurren, sea que
ensordezcan, las voces que claman no callan ni pierden la canción:
“Yo sólo quiero darte
luz
cobijarme en tus sueños
abre esa ventanita del
corazón que haz olvidado
Antes de que amanezca
quiero saber si estás a mi lado”