martes, 8 de mayo de 2012

Voces que claman

Clara está de regreso. Hace tiempo que escucha voces que gimen desde lejos sin saber cómo ni cuando se pronunciaron. Gritos que claman y reclaman pasos sin dar, horizontes sin vislumbrar. Ese otoño suelta la hoja. 
La tierra la recibe e imparte la humedad que el árbol ya no le da. La hoja llora. El árbol extraña con dolor de entraña y se siente muerto de miedo por el frío por el frío que el tiempo anuncia. Hoja y árbol duelen distancia, por más certeza de responder a esas voces que claman. Ellas, las voces indescriptibles, anidan en el corazón y, encaprichadas, no se irán sin su cometido.
La lágrima, que baja acompasada a la hoja, pronuncia grito de tristeza y mientras cae intenta, pataleando en grito para que vuelva lo que se fue, callar las voces que claman. Pero no hay pataleo que alcance ni intento de afinación. Clara me cuenta que la guitarra se siente ajena en aquel bar y quiere acompañar otros cantos: cantos con letra de las voces que invocan, esas que desde lejos reclaman nuevos ríos por donde su vida va.

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