De este lado del mundo, los noviembres y diciembres a veces no se viven, se arrastran. La pesada carga del cansancio anuncia dificultades respiratorias en este respirar de la vida.
Pero en noviembre y diciembre... por algo debe ser... florece el jazmín. Santi peregrina cada mañana a él para respirar el olor de su flor y ese aroma purifica el aire cansado del corazón. El jazmín aliviana la carga, da brillo a la mirada y empuja, empuja con fuerza hasta expulsar la pesadumbre y la tristeza malparida.
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