lunes, 28 de febrero de 2011

Crónica de una misión a la que todavía no fui

27 de febrero

Cerca de las 14.00 hs salimos cargando en las camionetas ilusiones, sueños de una vida por compartir, bolsos y alimento. Por más que lo intentemos nunca sobra lugar... viajes donde viajes las cosas se dispersan entre los pasillos y todos nos subimos como jugando al tetris. Unos preparan el mate, otros sacan enseguida su librito, otros duermen apenas giran las ruedas y un musicalizador guía lo que vamos a escuchar y cantar.
En pocas horas estaremos en Atamiski compartiendo andares.
Tras los primeros kilómetros se asoma una de las provincias más castigadas por el desmonte, años atrás. Entre castigos de tierra y la reciente investigación sobre explotación obrera en Atamski aparecemos tratando de anunciar al Dios de la paz y de la justicia. ¿Cómo hablar de un Dios de justicia a un pueblo sumergido en el olvido de los repartos?
Los cactus y las salinas anuncian sequedad. Cuando la tierra no da más que medidas justas y apretadas, la gente sabe de compartir y de sonreír. No se llena nunca, y al no saber de saciedad sino de hambre, no tolera que otros sufran lo mismo.

Terminé de escribir estas palabras y recordé dos canciones. "Latinoamérica" de Calle 13 y "Ofrenda" de Pedro Guerra.
-Richard, conectá esta compu con los dos temas que preparé.
Él conecta y vamos escuchando "Soy un pedazo de tierra que vale la pena, soy América Latina, un pueblo sin tierra pero que camina" y luego "hablarás contarás lo andado y después descansarás"
Y de repente la chancha y los diez chanchitos cambiaron nuestro plan en cuestión de segundos. Frenamos de golpe y chocamos entre nosotros. Algunos muy doloridos gritan,mientras que otros, al unísono preguntan:
-¿Están bien?
A simple vista todos lo estamos, aunque tres están muy doloridos. Calla Pedro Guerra. Callan los motores. Nos miramos, nos abrazamos, nos consolamos.
Mientras esperamos la grúa muchos se acercan a dar una mano y Néstor dice:
-Íbamos de misioneros y fuimos los primeros misionados.
De entre los ayudantes, Bryan, Diego y Roger se quedan hasta el final, y nos cuentan a Daniel y a mi una seguidilla de accidentes en ruta, de mitos sobre luces malas y hacen una docena de preguntas sobre nuestra vida.
El resto ya fue auxiliado. Los saludo y les deseo que puedan concentrarse en la misión. Viene la grúa y se lleva a Daniel con una de las camionetas. Los fieles pequeños se quedan conmigo largo rato como si el tiempo no fluyera, cosa atípica en la ciudad. Cuentan de vizcachas y tortugas y aseguran que hay muchos animales raros.
-¿Por qué raros? -pregunto.
-Porque no están en todos lados, asegura Roger.
Subimos a la camioneta con los tres y esperamos el auxilio, en medio de una noche estrellada comparable con la que tiempo atrás relaté en cordillera. Piden que les explique cómo se usa un cinturón de seguridad y dicen:
-¿Es una compu?
Saco a mi pequeña Ayni y se las muestro, mientras veo las gotas de sangre. Al encenderla percibo que Ayni agoniza tras veintiocho meses de cotidiano esfuerzo.
Creo que sólo es la pantalla, aunque dudo poder recuperarla.
Hace horas llaman a los chicos y finalmente van. Aquí estamos, aquí solos, con mis huesos doliendo, con Ayni agonizando, con los grillos cantando y la misión esperando. Aquí estamos, redibujando andares, en medio de una misión a la que todavía no fui.

1 comentario:

Ana Argento Nasser dijo...

"Fuimos los primeros en ir a misionar y volvimos misionados", es increíble como el Barba a veces redefine las cosas..quizas no era el tiempo y este es el tiempo de esta "misión imprevista"... quizas...quizas...muchas veces cuesta comprender...y el resultado? jugadores dolorids después de un partido un tanto corto pero donde dejaron de si todo lo q pudieron... Fuerza para tus otros hermanos y para vos primo querido!!!