Eras demasiado
demasiado para mi.
Te trataba como un cristal
en el miedo de dañar tu pureza
te olía como una flor
sin tocarte, respirándote.
Pero eras frágil y yo torpe
princesa y yo bestia
piel y yo metal.
Un día la torpeza
me tuvo distraído
y mi flecha te hirió
la noche nos perdió
y el llanto humedeció.
Eras demasiado
demasiado para mi
allí quedaste
nunca más te vi
allí quedé
nunca más renací.
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