viernes, 24 de agosto de 2012

La que presume al malparido

Agosto me ha parecido siempre un mes despiadado y hostil. Tras mi casamiento con la bicicleta miramos a ese mes como malparido, sobresaturado de vientos y de polvo en suspensión.
Para colmo de males el desnudo árbol extraña la hoja y se arrastra llorando invierno. Supo que desprenderse de la hoja era necesario, pero hoy la extraña y el envión no llega a su piel. La primavera no nace y agosto pareciera tener más de treinta y un días. 
Ese antipático, en complicidad con algunos soles, engaña vilmente dos o tres entusiastas brotes y los quema con la helada nocturna.
Pero entre tantos que remamos contra corriente, aburridos de invierno, la bignonia trae la luz. Florece en agosto y llena de anaranjado las casas.
Cuando todo parece muerto, la muy terca nace, presume, crece.

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