sábado, 19 de noviembre de 2011

El aliento de la esperanza

¿Y si detrás de la última respiración no hubiera nada? ¿Si ese día, sentado en la última estación, esperando el último tren, fuera un día interminable, una espera vana? ¿Y si la puerta de salida estuviera asomada al precipicio? ¿Tendría sentido este andar? ¿Tendría sentido cumplir algo, levantarse para algo, planificar ago, asentar el pie para algo?
Crecemos plagados de injusticias de las que somos víctimas, parte y cómplices. Crecemos poblados de diarias muertes que no podemos mirar cara a cara ni dos segundos sin llorar.
Crecemos pisando brotes, olvidando amores, negando miedos y cortando alas. ¿Tiene sentido este andar?
¿Qué mágico polvo tiene la esperanza, ese diminuto rincón que transforma casimuertes en huellas del andar? ¿Qué tiene? ¿Qué tiene la esperanza, que pone al hombro los dolores y los sinsentidos y ahí va, tercamente, eligiendo la vida?
Tiene marcas, la esperanza, de amores nunca idos, de pasiones abrazadas, de paisajes sellados en la retina y de paz cantada. Con esos poquitos va... y va... y va.

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