miércoles, 30 de marzo de 2011

Ammes viene llegando

Un poquito de lavanda, un trocito de lienzo, unos centímetros de hilo y un pequeño cartelito conformaban algo másque un sobrecito para olorizar la ropa. Agustín, Meli, Martín, Eugenia y Sebastián, en sus siglas Ammes, fundaban cada temporada una minicooperativa veraniega para "pequeños gustos en vacaciones". Mientras papá trabajaba y nosotros ya no teníamos que estudiar, mamá convocaba y cada uno iba cumpliendo su rol hasta el producto final: un rico olor para que los veraneantes lleven a sus casas.
Las bolsitas de lavanda se vendían en el negocio del abuelo y lo recaudado era para comprar juntos un helado o unas papas fritas al vendedor ambulante. Sea lo que sea, cada "gustito" que nos dábamos era más delicioso porque era fruto del trabajo celebrado y compartido.
En la dulce espera, ya elegí nombre para mi segunda netbook. Dicen que en la antiguedad, el pueblo judío asignaba un nombre y ese nombre era la misión del nacido. "Ammes": te encomiendo la misión del trabajo compartido y colaborativo, como buena hija de Ayni, y como buena nieta de la familia que llenaba de lavanda las casas de los veraneantes.
La tía Clara te teje el abrigo, y en cada puntada ensayo el canto con el que te bienvenirá.

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